Estamos en época de profundas transformaciones y de una necesidad de depuración urgente. La comunidad astrológica lleva tiempo con la mirada puesta en el recorrido
de esos 30 grados que abarcan a Capricornio, signo asociado
a las instituciones, las sociedades, las leyes, la autoridad y la responsabilidad. Plutón, planeta de la transformación, de la regeneración a través de la destrucción, los secretos y
la sombra entró en este signo en el 2008 “coincidiendo”
con la crisis económica más importante de los últimos
tiempos.
Saturno, en 2017, entró también en este signo acercándose y alejándose -con sus movimientos directos y de retrogradación- a Plutón. Es así que estos dos titanes astrológicos se encontrarán finalmente en el mismo grado en Enero de 2020.
Entretanto en Diciembre, la gran Institución capricorniana irá sumando huéspedes ya que ya hizo su entrada Júpiter y durante el mes irán ingresando el Sol y Mercurio. A nivel personal, esta gran carga, me puede llevar por al menos dos caminos (su costado limitante o potenciador) divergiendo a un lado u otro de la polaridad. Por un lado reaccionando al miedo y en consecuencia actuando desde la necesidad de control.
Esto puede llegar a rigidizarme al máximo, crearme impenetrables corazas, aferrarme a creencias o a exigentes leyes conformando restringidas fronteras mentales. Por el otro lado, se me presenta la oportunidad de concienciarme de la realidad, de hacerme responsable de mis actos, ofrecer a otros y a mí marcos y límites que potencien desde la comprensión y el amor.
A nivel mundial y generacional viendo el recorrido desde una perspectiva de tiempo universal, la realidad me presenta aquello que no debo olvidar: las múltiples y diversas manifestaciones de un mismo símbolo.
Estas manifestaciones globales, enmarcadas en esta danza entre Saturno y Plutón en Capricornio, se me van apareciendo desde hace largo tiempo:
Por un lado, se me hace evidente el desborde de las cloacas de los estados consecuencia de la corrupción política, los sobornos y a mi mirada absurdos juegos de poder. Se me desenmascaran los intereses ocultos de las guerras; donde en realidad las naciones son simples testaferros de grandes monopolios empresariales.
Veo a gigantes corporaciones nacidas en los países “más comprometidos con el cambio climático y por la paz mundial” ansiosas de poder y dinero que saquean y explotan la tierra de aquellos que más la honran. Leo con rabia que cárteles internacionales de drogas atemorizan y aniquilan a comunidades ancestrales mientras sociedades “modernas” negligentemente ajenas nos evadimos con sus drogas en un intento vano de escapar quizás de nuestra mundana existencia carente de sentido. Observo como “Grandes” naciones con discursos vacíos de libertad -a las que pertenezco- blindan sus fronteras y dejan morir a miles de personas en sus costas. Y en medio de todo esto, con lágrimas en mis ojos, soy espectadora impotente y veo que a aquellos que claman “BASTA!!” se les oprime, mutila y asesina.
Entretanto, la Tierra desde hace largo tiempo llora y ahora grita y agoniza! Las olas de calor y las sequías se cobran vidas humanas. Territorios que oxigenan el aire que respiramos son arrasados por las llamas. La obscena cantidad de residuos que generamos atestan nuestros mares y crean aberrantes ciudades vertederos habitadas por las personas que menos han contribuido a esta crisis y paradójicamente quienes más sufren las consecuencias.
Todos estos hechos diversos, personales y globales, me atañen a mí, me pertenecen. Entiendo que en esta emergencia social y de nuestra Tierra me urge conectar con aquellos con los que convivo -con los que me identifico y con los que discrepo- ya que ellos son parte de mí y yo parte de ellos. Lo entienda desde un lado u otro -desde lo micro o lo macro- estos hechos encierran para mí una raiz común: una mentalidad individualista, separativa, imprudente y limitada que subyace del miedo.
Mi miedo se pronuncia a través de la cerrazón de mi mente, de salvaguardarme de algunos de los sentimientos que intentan aflorar, de poner distancia a mis afectos. Trabajo por asumir mi complejidad y siento que presto cada vez más atención de las consecuencias de aquello que genero. Es así como intento observar mis propios residuos y responsabilizarme de mis toxicidades.
Ruth Pallejà Lozano (Psico-astróloga, Terapeuta Floral y Coach con PNL)
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