La luna nueva en Géminis esta vez en conexión con Neptuno. "Más allá de las palabras".
Más allá de las palabras más o menos elocuentes que hoy pueda materializar en este intento de trascender los límites de mi piel y de mi experiencia para honrar esta luna nueva en Géminis, quiero que sepas que son mis lágrimas las que dan cauce a este río de información que ahora llega a ti.
Quiero contarte que la claridad no es algo que me ilumine como un rayo, sino más bien un espacio de confianza que percibo más nítidamente con cada una de mis prácticas, en cada uno de esos espacios en los que simplemente me permito sentir toda mi confusión interna, toda mi dualidad, todos mis miedos.
Eso es y ha sido siempre la escritura para mí, un espacio de libertad emocional, la oportunidad de anclar y dar forma al torbellino de emociones que fui y sigo siendo. Tengo luna en Cáncer, te hablaré más de ella y de la medicina del llanto en la próxima luna nueva.
Pero por hoy me quedo en este ciclo que abre Géminis y que como mensajero del sol nos lleva a las puertas de un nuevo solsticio, un momento en el que el sol se aquieta, y que nos acerca a esa energía solar latente en cada una de nosotras.
En el norte son tiempos de largas horas de trabajo bajo el sol, en el sur es momento de recogimiento y preservación del calor interno. Esta es la danza de la vida, que desde el inicio de los tiempos el sol nos invita a bailar, y que, como la de la luna, Venus y todo los demás, se basa en un vaivén eterno entre luz y sombra, apertura e introspección, yang y yin, masculino y femenino.
Mercurio, regente de Géminis, ha pasado dos meses justamente en el signo de Tauro, enseñándonos a preservar la energía que muchas veces perdemos en el exceso de comunicación y de información al que estos tiempos nos abocan más y más. Y estos últimos días, ya con Mercurio en su territorio junto a sol y luna, puede que hayamos sentido un acelere, un impulso de compartirnos con renovada espontaneidad, tras un período de recogimiento que con suerte nos ha permitido percibir más allá de las palabras.
En la imagen, tres posibles representaciones geminianas. Thoth, dios egipcio de la sabiduría, la luna, las artes, la escritura, el arte, la ciencia y los muertos. Hermes dios olímpico mensajero, de los viajeros y las fronteras, tanto físicas como del conocimiento, de los pastores, de los oradores y del ingenio, aquí en forma de Trismegistos, profeta, alquimista y místico griego que inspiró el Kybalion y las leyes herméticas. Mercurio el mensajero de Zeus y de los dioses romanos, representado con alas en las sandalias y sombrero, llevando en la mano una vara coronada por alas y por la que están enroscan dos serpientes -símbolo de la sabiduría. De la mente al corazón La luna en Géminis nos remite a nuestra niña, y nuestros primeros años de vida individuada, entre los tres y los seis o siete años. Géminis son los gemelos, nuestra relación con nuestras hermanas, con nuestras primas, vecinas, compañeros de escuela. ¿Cómo fueron aquellos primeros años? ¿En qué ambientes nos sentimos libres, acogidas, valoradas, sostenidas? ¿Qué relaciones nos devolvieron el espejo de nuestra verdadera esencia y nos animaron a ser más nosotras mismas, escuchando nuestros verdaderos impulsos y deseos, y alentando nuestra espontaneidad, nuestro juego y nuestra singular forma de percibir la vida? Y claro está, ¿cuántos otros vínculos tempranos nos transmitieron duda, inseguridad, incluso miedo, competitividad, o la sensación de ser demasiado sensibles, demasiado vehementes, demasiado espontáneas, demasiado ingenuas, demasiado extrovertidas, demasiado inteligentes, demasiado radicales, demasiado…? Te invito a completar los puntos. Géminis viene de la tierra y el cuerpo de Tauro -Venus, y se dirige hacia el sentir y la emoción de Cáncer -Luna. El pensamiento geminiano hace de puente entre la sensación física y la emoción, entre el presente al que nos anclan los sentidos y el pasado al que nos remiten las emociones. Con esta luna, tenemos la oportunidad de rever la raíz de aquellos condicionamientos derivados, no sólo de las circunstancias vividas, sino más bien de nuestra propia percepción de las mismas. Con Géminis más que seres pensantes, queremos acceder a nuestro ser sintiente y perceptivo.
Géminis es el aire en su forma más pura, es la información que nos llega no sólo desde nuestros sentidos -Tauro, sino a través de todas las ondas invisibles que rozan nuestro campo vibratorio. Géminis es la niña dentro nuestro que es capaz de percibir los cambios de energía a través de la respiración, el tono de voz, o la calidad de la vibración en una determinada situación.
Y así esta luna en Géminis nos invita a conectar con la mediumnidad de aquella niña que vive dentro nuestro, y a volver a confiar en su percepción y extra-percepción de todo el movimiento que es la vida. Y para eso, muchas veces tenemos que poner en cuestión las narrativas limitantes que construimos para justificar o eludir nuestra particular forma de percibir lo que nos rodea y de entrar en diálogo con el afuera y con nosotras mismas. Patrones de pensamiento, que si bien nos protegieron en su momento, devolviéndonos una sensación de pertenencia a la tribu y a aquellos primeros vínculos que nuestra originalidad ponía en cuestión, hoy sabemos nos alejan de este ser canal entre cielo y tierra que hemos venido a ser.
¿Cuál es tu manera particular de percibir lo que te rodea y más allá? ¿De qué te sientes canal? ¿A qué eres extra-sensible? ¿Cuáles son los puentes que tejes con tu existir? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde vas? ¿Puedes percibir el traslado, el tránsito, las conexiones invisibles que ligan pasado, presente y futuro?
La comunicación es un camino de doble sentido, y la escucha es tan importante como el decir. Una luna nueva es siempre una invitación a ir hacia adentro, y estos días previos a la fecundación de la luna por el sol en el signo de la correspondencia, es importante tomarse el momento para la escucha y el diálogo interno.
Con Géminis, ese diálogo suele darse entre dos partes, dos voces de una misma que en un principio pareciera que difieren y nos polarizan, pero que justamente estamos llamadas a escuchar desde ese punto medio que podemos alcanzar - tal vez a través de la meditación, la contemplación de la naturaleza, el gozo de sentir el aire entrar y salir de nuestros pulmones, o cualquier otra práctica que calme nuestro sistema nervioso, y que nos permite traspasar el umbral de la mente al corazón.
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