Tu éxito es inevitable
¿Y si te digo que tu éxito es inevitable? ¿Qué no hay nada que temer, que todo está ya asegurado, elegido y pactado por una versión de ti misma, que es anterior y futura a esta tú que hoy duda, temerosa de dar los pasos que en realidad sabes que ya has empezado a dar?
¿Y si te digo que el poder está dentro tuyo, y que el verdadero éxito pasa por cultivar tu capacidad de conectarte con todo lo que eres, con todo lo que viniste a ser? ¿Y si el único coraje que necesitas es el de mirar hacia adentro y asumir la luz y la sombra, la vida y la muerte?
¿Y si la revalorización que tal vez buscas ahí afuera, la encontraras empezando a nombrar eso que te avergüenza, dando un espacio a eso que te indigna, a eso que te duele?
Siento que esta luna eclipsada en Escorpio, con el rey de las tinieblas Plutón retrogradando a sus primeros pasos por Acuario, con Marte - tan regente de Escorpio como Plutón- navegando sobre aquellas primeras aguas cancerianas, con Venus desplegando su voz y sus alas bajo el signo de la comunicación y recuperando su lugar como reina del cielo nocturno, y con Mercurio retrogradando, junto a Urano y Sol en Tauro - subrayando nuestro punto focal colectivo, y apuntando la cabeza de dragón y nuestro norte hacia la simpleza de la tierra y el gozo de nuestro cuerpo - es toda una invitación tanto a sumergirnos en las profundidades de nuestras emociones y deseos más ocultos, como a integrar todo el poder de nuestra alma en nuestro cuerpo.
Estamos llamadas a nombrar -aunque por ahora sólo sea ante nuestro propio espejo- toda nuestra envidia, nuestros re-celos, nuestro rencor, a reconocer nuestra voracidad, nuestra ambición, nuestra vulnerabilidad, nuestra impotencia, y a honrar nuestros deseos y nuestros gozos más secretos.
Este tiempo, al menos hasta la próxima luna nueva en Tauro, nos brinda la oportunidad de re-nacernos, y de re-co-nocernos en la simplicidad de nuestra desnudez, sin adornos, florituras ni máscaras adoptadas.
Acercándonos a esa siguiente luna nueva, tendremos la oportunidad de despedirnos de una vez por todas de esta piel, que tal vez por miedo o por falsas lealtades que ya se nos han desmoronado, todavía acarreamos pero que, cual serpiente tras su muda, ya no podemos seguir llevando con nosotras.
La luz eclipsada de esta luna, nos muestra una vez más el lugar que ocupan o han ocupado las heridas de guerra en nuestro cuerpo, sólo para que las atendamos con el amor y el respeto que merecen, para que las reconozcamos en agradecimiento una vez más, antes de despedirnos de ellas para siempre.
Esta es la luna de Buda, la luna de Wesak, y coincide con la celebración celta de Beltane que marca el ecuador de la primavera, y a ella se le atribuye un gran poder energético y profético. Emergemos de las profundidades en las que nos sumimos seis meses atrás, con la luna nueva en Escorpio y el eclipse solar del 25 de octubre pasado.
Traspasando el momento de vómito colectivo e individual, y tal vez en esa misma necesaria evacuación que esta luna culmina, se nos presenta un buen momento para reconocer la fertilidad de la composta que venimos haciendo, para conectar con nuestra visión futura, y descubrir tal vez una nueva e inesperada forma de empoderarnos en la autoestima y la revalorización de nuestro propio cuerpo y nuestro propio gozo.
Tenemos la oportunidad de emerger, cual Quetzacoatl, la serpiente emplumada que se eleva sobre los cielos como portadora de los misterios de la tierra, del agua, del aire y del sol, para tomar las riendas de nuestra vida y nuestro destino individual y colectivo.
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